Reconocer una intuición
En el mundo de hoy necesitamos activar nuestra intuición y aprender a reconocerla.
Vivimos inmersos en un océano de información, ¿cómo distinguir aquella que realmente procede de nuestra sabiduría interna y no es el resultado de la influencia de otras fuentes?
Por ejemplo, ¿cómo distinguir entre una decisión que procede de nuestro corazón y aquella guiada por el mandato o los miedos?
Sabemos que muchos grandes éxitos (y grandes historias de amor) han nacido de un impulso, una corazonada sin apoyo de la lógica, que finalmente conduce a la persona a un resultado extraordinario, pero ¿cómo reconocer cuando esas corazonadas son reales?
El mensaje que se recibe por intuición no viene sostenido por una argumentación. Cuánto más lejos del pensamiento habitual parece la idea que se te ha cruzado por la mente, más probable es que proceda de la auténtica sabiduría de tu interior
La voz de la intuición es suave y no presiona. Si lo que crees que es intuición te hace sentir en una urgencia por hacerlo, probablemente proceda de otra fuente (tal vez el miedo).
La intuición auténtica tiene una cualidad ligera, como los sueños. A veces solo pasa durante un segundo y luego es difícil volver a experimentarla con la misma intensidad. Cuando captes algo así, escribílo para no olvidarlo.
El cuerpo avala la respuesta que es auténticamente intuitiva. Si al recibir la idea o impulso tu cuerpo se siente bien, entonces, adelante. La sabiduría del cuerpo es inmensamente más impecable que la de la mente.
La intuición es fugaz, pero persistente. Las ideas basadas en pensamientos rumiantes suelen ser contradictorias y variar de un día al otro. La intuición, en cambio, aunque de voz más sutil, no cambia a lo largo de los días.
Un mensaje intuitivo siempre se volverá una expresión creativa inmediata. ¿Podés cantar la idea intuitiva que recibiste? ¿Podrías danzarla o dibujarla con facilidad y belleza? Entonces, efectivamente, es un mensaje real y dejate guiar por él.
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