Las relaciones interpersonales no son la excepción cuando hablamos de responsabilidad y salud. Pero no siempre somos muy conscientes de esto.
Si bien es cierto que en la actualidad vivimos una cultura mucho más abierta a la autonomía sexual, a los vínculos emocionales libres como relaciones abiertas, y que ya no todo es monogamia y heterosexualidad, esta libertad también implica responsabilidad, especialmente con las personas con quienes nos vinculamos romántica o sexualmente.
La responsabilidad afectiva tiene que ver con una plena consciencia de las decisiones que tomamos en relación con otros y su posible afectación, de manera positiva o negativa, en ellos. Por lo tanto, la capacidad de comunicar tanto las necesidades y deseos propios como de escuchar los de las otras personas hacen parte de ser responsables afectivamente.
Algunas prácticas que no son afectivamente responsables:
• Incumplir los acuerdos previos
• Saltarse los límites
• Romper la comunicación
• Ghosting o fantasmeo
• Gaslighting u otras manipulaciones
Ser responsable afectivamente implica entonces hacernos cargo de nuestras propias emociones y actos en nuestras relaciones. Responsabilizarnos con los demás y con nosotros mismos facilitará la manera como desarrollamos nuestra vida emocional.
Algunas prácticas responsables afectivamente:
1. Construir una comunicación clara y honesta: a la hora de expresar nuestra forma de ver las cosas, de manifestar cómo nos sentimos con respecto a determinadas actitudes, acciones o circunstancias, es importante tener oportunidad de sentar las bases para poder expresarnos cómodamente.
2. Asimilar las consecuencias de nuestros actos: parece algo obvio, pero no lo es. Muchas veces no somos verdaderamente conscientes de que lo que hacemos puede afectar a otros. A nivel emocional, por ejemplo, algunas actitudes o actos pueden causar en los demás desde falsas ilusiones hasta alegrías genuinas. En cualquier caso, debemos asumir y, sobre todo, asimilar los efectos de lo que hacemos.
3. Trazar límites: los límites en las relaciones interpersonales son fundamentales para un ejercicio afectivo sano y de reciprocidad. La ausencia de estos devendrá en problemas de distintas índoles
4. Cuidado mutuo: la responsabilidad afectiva implica el cuidado mutuo. Cuidar al otro, especialmente, de uno mismo. Esto no significa que uno deba hacerse cargo de las emociones del otro. Si la claridad y la comunicación ha sido una práctica constante, cada uno debe responsabilizarse de sus emociones, pero también de no ocasionar afectaciones negativas en el otro.
5. Validar al otro: el ejercicio de la validación es también central cuando buscamos ser responsables a nivel afectivo. Impedir que el otro exprese o no validar sus emociones son prácticas que deben evitarse para impedir conflictos y todo tipo de problemas asociados a una relación afectiva
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